
Gracias, Oswaldo, por tu actuación de antier en la noche.
Gracias, Oswaldo, por haber recibido nueve goles en los últimos
tres juegos donde has “defendido”
la portería de la Selección Mexicana.
Gracias, Oswaldo, por demostrar
que plantar un tambo de 50 litros en medio de la portería es igual o más efectivo que tenerte
de guardameta en un partido contra una selección de las más importantes del mundo.
Gracias, Oswaldo, por no aceptar que tus reflejos no son los de antes y que tu tiempo en la Selección ya pasó, incluso me atrevería a decir, desde antes de Alemania 2006.
Gracias, Oswaldo, por cerrarle el paso a los guardametas jóvenes de este país, varios de ellos mejores,
en este momento, que tú.
Gracias, Oswaldo, por demostrar
que ser el portero del flamante campeón mexicano significa poco o nada ante jugadores de un nivel apenas pasable en otros países.
Gracias, Oswaldo, por levantarte
indignado a gritarles a tus compañeros cada que te acribillan con un gol, en vez de mostrar un poco de vergüenza deportiva y simplemente agachar la cabeza.
Gracias, Oswaldo, por permitir otro humillante y ridículo gol de tu padre deportivo, Maxi Rodríguez, jugador mediocre que siempre termina anotándote goles.
Gracias, Oswaldo, por tus titubeos
e inseguridad.
Gracias Oswaldo, hermano. De corazón, gracias.
Gracias, Oswaldo, por haber recibido nueve goles en los últimos
tres juegos donde has “defendido”
la portería de la Selección Mexicana.
Gracias, Oswaldo, por demostrar
que plantar un tambo de 50 litros en medio de la portería es igual o más efectivo que tenerte
de guardameta en un partido contra una selección de las más importantes del mundo.
Gracias, Oswaldo, por no aceptar que tus reflejos no son los de antes y que tu tiempo en la Selección ya pasó, incluso me atrevería a decir, desde antes de Alemania 2006.
Gracias, Oswaldo, por cerrarle el paso a los guardametas jóvenes de este país, varios de ellos mejores,
en este momento, que tú.
Gracias, Oswaldo, por demostrar
que ser el portero del flamante campeón mexicano significa poco o nada ante jugadores de un nivel apenas pasable en otros países.
Gracias, Oswaldo, por levantarte
indignado a gritarles a tus compañeros cada que te acribillan con un gol, en vez de mostrar un poco de vergüenza deportiva y simplemente agachar la cabeza.
Gracias, Oswaldo, por permitir otro humillante y ridículo gol de tu padre deportivo, Maxi Rodríguez, jugador mediocre que siempre termina anotándote goles.
Gracias, Oswaldo, por tus titubeos
e inseguridad.
Gracias Oswaldo, hermano. De corazón, gracias.

No hay comentarios:
Publicar un comentario