domingo, 22 de junio de 2008

España ha roto el maleficio de los 82 años de no ganarle a Italia

España elimina a Italia rompiendo su techo histórico y se planta en semifinales de una Eurocopa 24 años después · Casillas detuvo dos penaltis tras 120 minutos de dominio extraordinario sin la recompensa del gol · Rusia, rival en la primera fase, espera en semifinales



¡¡¡¡Por fin!!!! Ya era hora. Varias generaciones de españoles no habían visto esto, a España luchando de verdad por lograr un título mayor. Lo ha logrado ahora, superando sus peores pesadillas, superando a una Italia que involucionó dos décadas para soportar el asedio rival, superando una tanda de penaltis tras las decepciones de México 86, Inglaterra 96 y Corea 2002. Nunca mereció como ahora avanzar tan lejos. Nunca alzó la voz de semejante manera, nunca fue tan superior a un rival tan preparado y nunca debió esperar a los penaltis para hacer doblar la rodilla a Italia en Viena y desagraviar a Luis Enrique 14 años después del codazo de Tassotti en Boston.

Esta vez hubo un penalti escamoteado y un arbitraje irregular. Y un rival que sin Pirlo no quiso saber nada de la pelota. La duda es si empezó a pensar en los penaltis en el minuto 70, cuando se frenó el efecto Camoranesi, o lo hizo cuando venció a Francia y se emparejó a España, muy superior en todas las facetas al vigente campeón del mundo.

España se enfrentará a Rusia el jueves con la gran final como anhelado premio. El 4-1 de la primera fase ya no vale, pero el impulso moral de haber superado esta eliminatoria y haberlo hecho de esta forma convierten al combinado nacional en una referencia europea a todas luces.

España luchaba contra todo. Contra su misma historia, contra sus miedos, contra su techo, contra el pesimismo generalizado por los años y años de decepciones, luchaba contra el propio torneo, totalmente enloquecido y áspero con los equipos que mejor fútbol han hecho, con las selecciones que han apostado por el toque y el fútbol ofensivo, por la creatividad, con los primeros de grupo, con los que han mantenido su bloque, su ideario, su alineación. Todos los que se habían mantenido inalterables estaban de vuelta. Ninguno se había clasificado. Todos los que habían cambiado sobre la marcha, los que habían corregido aquello que habían hecho mal, seguían en el torneo.

Las selecciones que iban de menos a más, las que crecían a cada paso, daban forma a las semifinales. Las que desde el primer momento se atrevieron a decir “aquí estoy”, habían hecho las maletas. Quedaba España como último exponente de planificación y de apuesta firme. Pero enfrente estaba Italia, el ejemplo máximo de equipo en crecimiento. De la derrota clara ante Holanda a la zozobra con Rumanía, para dar el salto contra Francia y plantarse en cuartos en su más puro estilo, sin el balón pero con la convicción de que antes o después tendría el partido de su lado.

Para intentar liberarse de todo, porque no hay duda de que España necesitaba una auténtica liberación, Luis Aragonés deja tal cual las dos grandes cuestiones que se le pasan por la cabeza: la falta de preparación de Sergio Ramos y el bajo momento de Iniesta. Ambos son titulares, ambos ocupan el lado derecho y por ahí encuentra España su primer problema, hasta el punto de que sobre la marcha Iniesta y Silva empiezan a alternar las bandas para intentar descolocar a una defensa italiana clavada con alcayatas al área grande.

Ocurre que a pesar de que Donadoni da entrada a Aquilani y se decanta por el centro del campo de la Roma más Ambrosini, olvidándose de Camoranesi, Del Piero y demás, sin Pirlo no parece tener la confianza en que la pelota sea su aliada y la regala con la más absoluta desvergüenza. Retrocede Italia quince años para mostrar su cara más conservadora, su matiz más reservón y sus detalles más antiguos de la era Donadoni. Toni es una isla y sólo Cassano trae preocupaciones por la frivolidad de Sergio Ramos, un puntal si se centrara en parar a su ex compañero pero un peligro si se empeña en decidir partidos que no están pensados para que él los decida.

Sólo por ahí encuentra Italia un resquicio, porque Perrotta no termina de saber dónde está, De Rossi guarda demasiado la posición defensiva cuando su poder de conducción podía meter en aprietos a Senna y a Xavi, y el panorama que se presenta ofrece un dominio casi mortecino por parte española, con Italia esperando su opción a balón parado o comoquiera que pueda llegar.

España, tocando y dominando, no termina de padecer una presión muy adelantada y bien pensada de Italia. Sale con la pelota jugada con la naturalidad de costumbre y a eso le añade una paciencia que el rival casi agradece porque posicionalmente está muy avanzado y aunque Torres cae a un lado y a otro para intentar buscar un boquete que no llega, pues Villa arranca muy atrás y muy vigilado y no termina de haber continuidad en las aviesas intenciones que madura el cuadro español.

Todo puede cambiar apenas al cuarto de hora, cuando Villa es claramente derribado por Ambrosini dentro del área. El colegiado Herbert Fandel no se atreve o no lo veo y todo sigue igual, sin que el dominio español se resienta pero con la sensación de que el árbitro no quiere problemas y sus decisiones serán las más políticamente correctas, quizás por ser un ejemplo de lo que estos torneos no permitían en otras épocas, cuando los árbitros de los países que seguían en competición se volvían a sus casas o se limitaban a ejercer de auxiliares.

Italia, con Toni perfectamente anulado, mueve ficha con Camoranesi, que redimensiona las opciones de su selección. Apenas son unos minutos pero Italia parece un equipo y no una defensa hasta que Cesc y Cazorla, que entran a la par del ítaloargentino cogen el ritmo. España vuelve a mandar, pero cuando eso ocurre su rival ha tenido la ocasión del partido. Un barrullo espantoso, con salida falsa de Casillas y nadie que despeje, acaba a pies de Camoranesi, cuyo remate despeja con el pie el portero español.

España tiene una de igual corte, ya en la recta final. Senna lanza desde lejos, Buffon no atrapa y la pelota da mansamente en el palo. Luego, Toni le quita Grosso la opción de encarar a Casillas, a Villa se le va en el control la misma opción de tutear a Buffon y la prórroga es inevitable. Para entonces, Puyol ha aburrido a Toni, Sergio Ramos se ha dedicado por fin a defender y el juego entre líneas de Cesc, Cazorla y Silva es una bomba de relojería.

En el tiempo suplementario Italia ya no controla la situación porque el toque español le ha obligado a correr todo el rato tras el balón hasta fundir a sus jugadores. Ya ningún italiano persigue a un español cuando desborda, pero la falta de remate en ventaja no permite al combinado nacional ponerse por delante y la tanda de penaltis toma cuerpo.

En México 86 falló Eloy Olalla ante Bélgica, en Inglaterra 96 fueron Hierro y Nadal ante el anfitrión, y en Corea 2002 fue Joaquín también ante el organizador después de que Casillas metiera a España en cuartos ganando por penaltis a Eire. Casillas, de nuevo, se erigió en salvador. Detuvo los lanzamientos de De Rossi y de Di Natale. El fallo de Güiza quedaba en nada porque Cesc logró el premio que merecía esta generación: tener la opción real y cercana de pelear por un título. Falta Rusia y una hipotética final, pero al menos ya se puede exclamar un esperado ¡¡¡¡¡POR FIN!!!!!



Fuente: Eurocopa

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