sábado, 9 de agosto de 2008

¿Las olimpiadas del smog?


Cada cuatro años, las miradas del mundo entero se dirigen a la ciudad sede de los Juegos Olímpicos, y de la inmensa cobertura mediática del evento, la conciencia colectiva se queda con una imagen, un triunfo, o un momento histórico que captura el espíritu de esas olimpiadas. En 1976, en Montreal, una joven gimnasta de 14 años llamada Nadia Comaneci conquistó a los jueces y al público, convirtiéndose en la figura indiscutible de los juegos.

Más tarde, los impecablemente ejecutados Juegos Olímpicos de Barcelona 92 cimentaron el boom económico que transformaría a España en una de las naciones más prósperas de Europa. Y en 2000, millones descubrieron los irresistibles encantos de Sydney y su belleza urbana, mientras Australia, una nación de apenas 20 millones de habitantes, se consolidaba como una nueva potencia deportiva, colocándose en el cuarto lugar del cuadro de medallas.
¿Y Beijing 2008? ¿Cómo juzgará la historia a estos Juegos Olímpicos? ¿Cuál será la imagen o el tema dominante que definirá el espíritu de estos juegos?

La ceremonia inaugural fue, sin lugar a dudas, una de las más espectaculares de la historia olímpica. Sin embargo, más allá de la fantasía pirotécnica y acrobática de la fastuosa inauguración, la densa nata de smog que cubre gran parte de la capital china ya se ha convertido en uno de los temas más recurrentes de los juegos. El martes, cuatro ciclistas del equipo olímpico de Estados Unidos fueron fotografiados a su llegada al aeropuerto de Beijing, cubriendo su nariz y boca con mascarillas negras para protegerse de la contaminación.

Inmediatamente, la fotografía dio la vuelta al mundo, convirtiéndose ya en una de las imágenes más dramáticas de Beijing 2008, incluso antes del inicio del certamen. Las autoridades chinas insisten en que la pobre calidad del aire en Beijing es el resultado del clima, la humedad, y la bruma, que agravan aún más la contaminación ambiental; y el Comité Olímpico Internacional asegura que el aire que respiran los atletas en esa ciudad, no representa ningún peligro para su salud. Sin embargo, las fotografías de los atletas estadunidenses con tapabocas sintetizan en una dramática imagen, la aparente inhabilidad del Partido Comunista de China para balancear el formidable crecimiento de la economía china con el cuidado del medio ambiente.

Pero, incluso, el smog que cubre gran parte de la capital china es incapaz de opacar por completo a una de las grandes protagonistas de estos Juegos Olímpicos: la imponente arquitectura olímpica que ha cambiado para siempre el paisaje urbano de Beijing. Con un presupuesto de 40 mil millones de dólares para la infraestructura olímpica, China ha invitado a los más grandes arquitectos del mundo a construir obras maestras que ya han capturado la imaginación mundial. El Nido, el estadio olímpico escenario de la ceremonia de inauguración, fue diseñado por los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, ambos ganadores del Premio Pritzker, el Nóbel de la arquitectura.

Tanto el público como la crítica especializada han coronado al nuevo estadio olímpico de Beijing como una de las estructuras deportivas mejor ejecutadas y más impresionantes de las últimas décadas. Otro gigante de la arquitectura mundial, el británico Norman Foster—quien diseñó el impactante domo de cristal del Reichstag, el Parlamento alemán en Berlin—fue el encargado de ejecutar la nueva terminal 3 del aeropuerto de Beijing. Al igual que el Nido, el nuevo puerto aéreo de la capital china, uno de los más grandes del mundo, ha conquistado la admiración y arrancado los suspiros de propios y ajenos. En un artículo para la revista Vanity Fair, titulado apropiadamente “De Mao a Wow”, Kurt Andersen explica por qué la terminal 3 del aeropuerto de Beijing se ha convertido en otro logro arquitectónico del siglo XXI: “La vista hacia el exterior no es accidental ni reducida, sino que está bellamente escenificada, como si hubiera sido concebida por un director de cine que considera la razón de ser de un aeropuerto (la aviación) como un glorioso tema a explorar: la vista de la pista y los aviones desde los gigantescos ventanales de la terminal es como una pantalla IMAX.”

Según Kurt Andersen, la ambición y la escala de la revolucionaria arquitectura que ha cambiado por completo a Beijing, no tiene paralelo en tiempos recientes, y para encontrar un fenómeno urbano similar, el escritor se remonta a la ciudad de Nueva York de comienzos de la primera mitad del Siglo XX, cuando se erigieron el edificio del Empire State, el edificio Chrysler, y el Rockefeller Center, ambiciosos proyectos que se convertirían en íconos de la arquitectura neoyorquina.
Pero, mientras que China aprovecha los Juegos Olímpicos para presumir al mundo los grandes avances que ha logrado en la modernización de su economía y sus grandes ciudades, las olimpiadas también han dejado en evidencia el gran déficit democrático que enfrenta el país. El recorrido de la llama olímpica por diferentes países se vio interrumpido en repetidas ocasiones por fuertes protestas contra las violaciones a los derechos humanos en el Tíbet. Y recientemente, el gobierno chino desencadenó un escándalo cuando intentó restringir el acceso a Internet de los 20,000 reporteros extranjeros que están en Beijing para cubrir los Juegos Olímpicos. Tras fuertes protestas, las autoridades chinas desistieron en el intento de censura.

Lamentablemente, el pueblo chino no corre con la misma suerte que la prensa extranjera, y diariamente, se enfrenta a la Gran Muralla de la censura cibernética erigida por las autoridades de Beijing, que restringen los sitios de internet a los que tienen acceso los ciudadanos chinos.

El Comité Olímpico Internacional decidió adjudicar el evento deportivo a China a pesar de las fuertes carencias democráticas de las autoridades de su capital, y con la silenciosa esperanza de que los juegos promoverían avances en democracia, derechos humanos, y libertad de expresión. Recientemente, Dick Pound, miembro canadiense de este Comité, en entrevista con el New York Times, comentó: “Los juegos se llevarán a cabo, y esperas que algo bueno vendrá de esto, no creo que ningún país cerrado que haya sido sede de los Juegos Olímpicos ha sido el mismo después, no puede ser el mismo.” Los Juegos Olímpicos ya comenzaron, ahora, la pregunta es: ¿Comenzará, algún día, un período de mayor apertura democrática en China?

Fuente: http://www.cronica.com.mx
escito por Federico Sánchez es Licenciado en Ciencias
Políticas por la Universidad de Pennsylvania.

federico80@hotmail.com

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